En la urbe de Cali, entre su bullicio y su encanto, germinan pequeños oasis de verde esperanza: las huertas urbanas. Esos espacios escondidos entre edificios y calles concurridas, son más que simples lugares para cultivar alimentos. Son una forma de demostrar que nos preocupamos por el medio ambiente y por la seguridad alimentaria y nutricional. Por eso, en medio de las olas de calor extremos que hemos estado experimentando los caleños, quiero hablares de lo importante que es la jardinería urbana para la sostenibilidad de nuestra ciudad.
Las huertas urbanas no son solo lugares donde
se cultivan verduras, hortalizas, legumbres y frutas, sino también lugares
donde plantamos ideas para un mundo mejor. Representan un vínculo directo con
la tierra en medio del cemento; una oportunidad para reconectar con la
naturaleza en un entorno urbano. Estos espacios además de ser estéticamente
agradables, también desempeñan un papel crucial en la mitigación de los efectos
del cambio climático y la promoción de la biodiversidad.
Les quiero compartir unos cuantos ejemplos, de
muchos, que afortunadamente se están ejecutando con bastante éxito aquí en Cali:
- Aula-Jardín
La Milpa: Esta huerta, gestionada por los propios habitantes del barrio
San Antonio, es un ejemplo de empoderamiento y cohesión social. Además de
proveer alimentos saludables, ha fortalecido los lazos comunitarios y ha
impulsado iniciativas de economía solidaria. Es un recordatorio de que el
cuidado del entorno también fortalece el tejido social.
- Huerta
Madre Los Cerros: En las laderas de los cerros que abrazan nuestra ciudad,
esta huerta destaca por su enfoque en la conservación del suelo y el agua.
A través de técnicas de permacultura, ha logrado reverdecer áreas
degradadas y mejorar la calidad del entorno natural en la zona del bajo
Aguacatal. Es un ejemplo de cómo la agricultura urbana puede ser aliada en
la lucha contra la erosión y la desertificación.
- Huertas
Urbanas del Jarillón del Río Cauca: Este proyecto ha transformado los
espacios de protección del río Cauca en áreas productivas y educativas.
Las huertas en el Jarillón no solo contribuyen a la seguridad alimentaria
de las comunidades cercanas, sino que también funcionan como barreras
naturales contra la erosión y las inundaciones. Es un caso de éxito de
cómo aprovechar espacios públicos para promover la agricultura urbana.
- Huerta
Sendero Calima: En medio de la selva de cemento, un bosque urbano alberga esta
huerta comunitaria que sirve como pulmón verde y como espacio de encuentro
y aprendizaje. Esta huerta madre, en el bosque del barrio Calima, es un modelo
a seguir de cómo integrar la agricultura urbana en proyectos de
conservación ambiental y desarrollo comunitario.
La importancia de estas huertas urbanas va más allá de lo meramente estético o productivo. Ellas representan una oportunidad para replantear nuestra relación con el entorno urbano y fomentar un estilo de vida más sostenible. Por eso, mi recomendación a los lectores es simple pero poderosa: apoyen y participen en iniciativas de agricultura urbana en su comunidad. Ya sea que cultiven plantas en sus balcones, que se involucren en huertas comunitarias o que siembren árboles en sus barrios, lo valioso es que sepan que todo lo que hagan está ayudando a hacer de este mundo un lugar mejor para todos.